¿En cuál viaje psicotrópico habrá quedado confinado el Xocomil? ¿Cuál
turista residente habrá sido el último en fotografiarlo? ¿Qué algarabía de
discoteca habrá apagado el llanto ubicuo de la Llorona? ¿La letra repetitiva de
cuál canción electrónica habrá aliviado su desamparo matricida? ¿Quién habrá
ridiculizado la serenata agua de El Sombrerón? ¿Qué mujer se habrá sentido
ridícula, fuera de moda, con su trenza de amor? ¿Qué auto furibundo habrá
asustado a su yegua maldita, interrumpido el rumor metálico de sus espuelas de
plata? ¿Cuál cadera cadenciosa de mujer extranjera le habrá resultado imposible
emular a la Siguanaba? ¿Quién habrá sido el primero en rechazar su seducción?
¿Cuándo fue la última noche que embarrancó a alguien? ¿En cuál cuadro del arco antigüeño
habrá retornado la balsa de la Tatuana? ¿Qué desconcierto la habrá invadido al
dejar de ser perseguida? ¿A dónde habrán ido los último devotos que le tenían
fe a su pócima de amor? ¿Qué fascinación de turista habrá aplaudido la
estridencia de la Carroza de la muerte en us carrera sobre las calles
empedradas? ¿Cuál gringo conocedor habrá admirado la sangre de los caballos
enceguecidos que tiran de ella? ¿Qué empresa habrá vuelto a los Penitentes de
la Recolección una atracción turística? ¿Cuántas fotos de perfil en el
extranjero tienen como escenario la ceremonia sacrílega? ¿Quién habrá sido el
último en padecer un helor de muerte al contemplar el vuelo de la mariposa
negra? ¿Qué entomólogo le habrá puesto un nombre científico, desarmándola de
cualquier presagio? ¿Cuántos gringos borrachos habrán sido acompañados por el
cadejo? ¿Los habrá resguardado de ellos mismos, de sus propias locuras? ¿Les
habrá lamido la cara mientras yacían desfallecidos en alguna acera de la ciudad
colonial? ¿Será sano no tener miedo, curarse cada uno de los espantos?
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