La madera del techo
cruje, le masculla a mi pavor, encontrándome debajo de las sábanas. El viento
de Catamarca se cuela por cualquier rendija, sopla en mi oído, en mi gripe resintiéndose,
amaneciendo cada día peor. Siempre la impresión de escuchar pisadas merodeando
mi sueño, a eso que no es más que mi intranquilidad despertándose
constantemente, incorporándose en la penumbra y vislumbrando la puerta, el
picaporte que puede ceder en cualquier momento. Unos pasos ensombreciendo la
claridad eléctrica que se proyecta bajo la puerta, a través de la cerradura. Y
quizá desde ahí un ojo inspeccionando la habitación, enfocando mejor al
percibir un cuerpo tapándose, acomodándose contra el frío. Las ventanas oponen
resistencia, son arremetidas, el viento hace que se golpeen entre sí. Parece
que alguien desea forzarlas desde fuera, una persona intrépida, una oscuridad
aferrándose a los voladizos y la imagino con gorra, cayendo de espaldas porque
de pronto deja de sonar, se resigna, cae cuatro pisos, una oscuridad apelmazada
en el patio del vecino. El viento de
Catamarca levanta polvo, dobla árboles, deshojándolos, desvelándome con ese
rumor que no es completamente extraño. Prevalece un silbido cuando las tablas
cesan de quejarse, me ubica en noviembre, los vientos de temporada en la ciudad
de Guatemala despeinándome sobre la terraza, la imagen de mi hermano y su amigo
volando barrilete, ‘dale hilo, Paco’, el cometa cada vez más remoto, indistinguible,
la tensión cortando el hilo, y el silencio expectante, contemplando cómo
precipita, cómo cae en un barrio lejano, volviéndose irrecuperable. Y ya no me
dejo impresionar por la tempestad afuera, sé que mi hermano construye una
farola que la soporte. Mi pieza de pronto tapizada de papel de china y varas de
bambú. Cuando amanezca saldrá a probarlo, a darle hilo, sirviéndose del
vendaval que recién ayer me aterrorizó. Mientras tanto dejamos que el viento sople, que
la madera cruja, que los pasos circulen por el pasillo, su barrilete nos
protege, es un amuleto, una promesa de que mañana el miedo será aprovechado.
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